¡Por fin, el blog! Lo mío me ha costado. Primero, mentalizarme («es exigente», «te obligará a escribir periódicamente», «cada semana», «no, quince días», «has de ordenar todo lo que tienes escrito»…). Después, aclararme (menos mal que mi hija y mi sobrino me han dado una clase de urgencia). Por último, lanzarme.

Así que me he puesto. Y aquí está. Todavía en pañales. Sin experiencia. Sin contenido suficiente. Poco colorido. Con estética discutible. Todo se irá mejorando. De momento, empiezo, que ya es mucho, y el tiempo dirá.

Y lo hago en un fin de semana especial: brexit, elecciones en España, escándalos políticos. ¿Especial? No tanto. Cambia lo que tiene que cambiar. Lo inestable, lo epidérmico: británico, europeo, escocés, gibraltareño, catalán y español, Ciudadanos, PP, PSOE, Unidos-Podemos… ¿Qué grado de influencia tienen en mi condición personal?

Y permanece lo que ha de hacerlo. Mi familia, mis amigos, yo mismo. ¿O acaso ha puesto usted su personalidad en su opción política, o en el lugar de su nacimiento, o en su nacionalidad? Si así fuera, ¡qué triste! ¿No? Confundir el todo con la parte. ¿No es capaz usted de reconocer en sí mismo un fondo auténtico, que le hace ser quien es con independencia de dónde haya nacido, a quién vote y cuánto baje la bolsa?

El ser humano es un ser familiar. Nuestra identidad está en nuestra familia. De ahí este blog. Sin familia todo es más difícil. Si tiene un mal día, viva en clave de familia, «familiarmente», y todo volverá a su cauce.