Como habréis deducido, me he tomado unos días de descanso aprovechando el verano del hemisferio norte. Tampoco es que este blog me ocupe tanto tiempo, pero decidí suspenderlo en agosto porque pensé que mi familia merecía que me dedicara más comprensivamente a ella durante este período. A veces, lo que importa no es tanto el tiempo material como el tiempo de atención, de interés, para lo que hay que eliminar las distracciones.

Hablando de mi “familia”, antes de verano estuve reunido con un grupo de universitarias y hablamos de uno de los grandes temas de la actualidad: el concepto de familia. A nadie se le escapa que el término “familia” tiene una cierta plasticidad y es susceptible de aproximaciones muy diversas.

Por ejemplo, cabe una aproximación simplemente coloquial. Si te encuentras a un compañero de universidad que no ves desde hace diez años y le lanzas la pregunta que da título a este post —Y tu familia, ¿qué tal?—, la respuesta variará según su situación personal. Si está casado y tiene hijos, probablemente diga: “Pues, muy bien, me casé, hemos tenido el tercero y nos acabamos de mudar”. En cambio, si está casado o vive en pareja sin hijos, es más probable que diga: “bien, ya sabes, mis padres trabajando en la tienda y mi hermana a punto de casarse”, y no relacione el concepto familia con su mujer o pareja. La cosa se complica si se ha casado o emparejado tres veces y tiene hijos de las tres uniones: el término familia se torna claramente equívoco en este escenario.

Hay quien se aproxima a la realidad familiar poéticamente. Por ejemplo, Ignacio Socías, director de relaciones internacionales de la IFFD (www.iffd.org), cuenta que adquirió un almohadón en un aeropuerto con la siguiente inscripción en inglés: la familia es el lugar donde la vida siempre comienza y el amor nunca termina. Una de las imágenes de familia más sugerentes que he leído es el título de un libro de Rafael Alvira: El lugar al que se vuelve. Y, con más carga de profundidad, Fabrice Hadjadj la llama el lugar de la resistencia, pues la familia es la que suele resistir al poder déspota y autoritario, como han demostrado las sociedades que han sufrido dictaduras de uno y otro cuño.

En algunos ámbitos es muy útil el enfoque infantil. En los foros internacionales, por ejemplo, casi todo el mundo está de acuerdo en que el niño es el interés más necesitado de protección. Pero, ¿qué diría un niño de dos años si fuese capaz de elaborar discursivamente su pensamiento acerca de la familia que le gustaría tener? Una más que probable propuesta sería: quiero conocer a mi mamá y a mi papá; quiero que mi mamá y mi papá me quieran; quiero que mi mamá y mi papá se quieran entre sí y quiero compartir esta felicidad con algún hermanito o hermanita. Después, la vida se complica y no siempre es posible ofrecer al niño este entorno.

Está también el punto de vista analógico. Y aquí ya cabe casi todo. Mi hermano pequeño, que es monje, pasó de llamarse Sergio a llamarse hermanito Isaac, y de vivir en una familia de seis hermanos a vivir en una de más de doscientos. Se habla de la familia salesiana, la familia jesuita, etc. Incluso hay empresas que se consideran como una familia, y hacen bien, porque el secreto del éxito de la empresa, cuyo fin último no consiste en generar riqueza sino en fomentar el crecimiento personal de sus miembros y de la sociedad generando riqueza, es imitar en lo posible a la familia.

En fin, ya se ve que acotar el concepto de familia no es nada fácil. Y, sin embargo, todas las realidades que he descrito se miran en el mismo espejo. Cuando se habla de familia hay un referente en el imaginario humano, la que podríamos llamar familia originaria, que no voy a definir; pero sí me gustaría, siguiendo a Francesco D’Agostino (Elementos para una filosofía de la familia), destacar algunas de sus dimensiones más características, lo que haré en los próximos posts. Adelanto algunas: identidad personal, identidad sexual, progenitorialidad, fraternidad, matrimonialidad…

Muchas gracias y buen fin de semana.

Javier Vidal-Quadras Trías de Bes

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