Hay gente que, ante ciertos acontecimientos o procesos sociales o políticos a los que no encuentra explicación, enseguida piensa en conspiraciones. Y, a veces, aciertan. Hoy os voy a contar una que he vivido, estoy viviendo, en primera persona.

Sí, confieso que llevo unos cuantos años conspirando. Y no solo, con unas cuantas decenas de miles de personas en todo el mundo; en concreto, de casi setenta países. Claro, que conspiramos en el sentido etimológico del término, que viene de ‘con’ (unión) y ‘spirare’ (respirar, vivir): es decir, respiramos juntos.

Respiramos juntos por la familia. Lo hacemos en la IFFD (International Federation for Family Development www.iffd.org), de la que ya os he hablado algunas veces. Y es una conspiración auténtica. Queremos que la familia sea feliz. ¿Qué familia? La familia. No es nuestra misión definirla. La familia que todos quieren ser, la que todos copian. La originaria. La titular de la patente. Pero una titular que no es celosa, sino generosa, y está encantada de que todo el mundo la quiera copiar y quiera llamarse como ella, aunque sea analógicamente, contenta de compartir su esencia, que todo el mundo identifica cuando se la invoca. La familia que mejor resuelve y previene todas las lacras de la sociedad. La familia sin adjetivos.

Esta semana hemos estrenado logo: una simple hoja, sencilla, pero con mucho significado. Hay quien se identifica con una manzana mordida (apple, en inglés), ¿la de la serpiente?, como muestra del poderío del hombre, la potencia humana que se rebela y quiere ser autónoma.

Nosotros somos más humildes. Queremos estar unidos al árbol de la vida, del bien y del mal. Queremos que su savia nos renueve y fortalezca. Nos identificamos con una hoja. Las hojas viven y desarrollan su labor en la periferia del árbol, protegen al fruto del sol abrasador, de los embates de los vientos y del impacto del agua en la tormenta, que recogen para verterla suavemente a su destino. También bailan y cantan con la brisa, y ofrecen sombra al caminante. Y cuando, después de una vida entregada a los demás, se acerca el momento de dejar paso a los renuevos que les sustituirán, no son arrancadas de su sitio; se dejan caer noblemente y permanecen allí, a los pies del árbol, el tiempo que haga falta, alfombrando el camino para que los demás puedan pisar blando, hasta transformarse en el humus que nutrirá las raíces del árbol que les vio nacer.

Antes teníamos tres hojas en nuestro logo:

Pero, en estos años de conspiración, en que hemos crecido para adentro, nos hemos propuesto fortalecer la unión… y nuestras tres hojas se han fundido en una sola.

También hemos querido progresar innovando… y nuestra hoja ha adoptado unos contornos más modernos.

Hemos aprendido a trabajar más horizontal y colaborativamente… y los nervios de nuestra hoja han llevado la savia a todos los rincones.

Hemos decidido apostar por la diversidad en la unidad… y la hoja ha adquirido los variados tonos de los países, razas, culturas y religiones unidas en la familia.

Hemos optado por hacer más presente la familia en nuestras siglas… y madre, padre e hijo se han unido en las letras.

Nos hemos dispuesto, por fin, a seguir soñando… y hemos añadido un lema que nos inspirara: inspiring families.

Comprendo que a muchos todo esto os sonará extraño. Os pongo abajo el link al video de dos minutos que hemos preparado y que recoge nuestro sueño como institución. A lo mejor os ayuda.

De todos modos, que nadie se llame a engaño, lo de la conspiración iba en serio. Y lo podréis comprobar en los próximos años. Sucederán cosas en el mundo que no os sabréis explicar: la familia se hará más presente en la cultura, en los medios, en las redes, en los corazones de todos, de cada uno de todos, las familias serán más felices y estarán más unidas. Habrá quien no entienda qué está pasando. Vosotros sí lo sabréis: la conspiración de la IFFD.

¡Feliz domingo!

Javier Vidal-Quadras Trias de Bes

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