Últimamente, he asistido a ciertos eventos en que se ha hablado bastante de filantropía. Esta es una palabra que parece anudada a la riqueza. De hecho, si buscas en internet quiénes son los grandes filántropos, sale siempre gente muy rica: Warren Buffet, Bill y Melinda Gates, George Soros, Michael Bloomberg, etc., y su filantropía se suele medir en millones de dólares, lo que resulta, cuando menos, paradójico.
No sé cómo se ha consolidado esta apropiación de la filantropía por la riqueza. Filantropía significa amor al género humano, y medir el amor en dinero es un franco abuso interpretativo. Algunas de las personas que más han amado al género humano han vivido, muchos de ellas voluntariamente, en la pobreza. Todos conocemos grandes filántropos que gastan su vida por los demás y no salen en las listas de Forbes. Pero, hoy quería ir un poco más allá.
Traigo esta cuestión a colación porque, hace un par de meses, en México, tuve la ocasión de compartir algunas reflexiones sobre este tema con un grupo de jóvenes que impulsan un gran proyecto de voluntariado con escasos medios económicos y gran generosidad . Como todos ellos tenían una motivación cristiana, hablamos de las diferencias entre filantropía y caridad cristiana, y me gustaría compartir aquí algunas de aquellas reflexiones.
Partimos del discurso que pronunció el Cardenal Sarah al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad Católica de Valencia, en el que hacía una afirmación radical: “Si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”, que completó con una cita del papa Francisco: “La caridad implica reconocer el mismo Cristo en cada hermano”.
Tanto la filantropía como la caridad cristiana son actitudes encomiables. De hecho, son un imperativo moral. Hemos sido creados por el amor, desde el amor y para el amor, y la mejor manera de perfeccionarnos y llevar a término nuestra naturaleza consiste, precisamente, en amar. Un vida sin amor es una vida malograda.
Al final, encontramos estas cuatro diferencias entre filantropía y caridad cristiana:
- La filantropía busca la felicidad terrena de las personas, mientras que la caridad cristiana busca también su felicidad eterna.
- La filantropía se sirve de medios humanos (quizás, por eso, una visión restringida puede tener la tentación de intentar medirla en dólares), mientras que la caridad cristiana utiliza medios humanos y confía también en los medios sobrenaturales, en especial, en el poder inmenso de la oración.
- La filantropía nace en el corazón de una persona buena que se preocupa por los demás, mientras que la caridad cristiana nace en ese mismo corazón porque ha decidido entregarse a Cristo e imitarle en lo posible.
- La filantropía no implica necesariamente entrega y sacrificio personal, aunque suele conllevarlo, mientras que la caridad cristiana es inseparable de una entrega que sigue los pasos de la entrega de Cristo, es decir, magnánima, sin límite y hasta sus últimas consecuencias.
Seguro que hay más diferencias y que estas son matizables, porque no todo el mundo entiende lo mismo por las mismas palabras, pero ahí va mi reflexión sabatina.
Feliz fin de semana.
Javier Vidal-Quadras Trías de Bes
Feliz sábado!
Preciosa reflexión sabatina!
Gracias!
Mar
Enviado desde mi iPhone
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Muchas gracias, Mar!!
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Gracias escritor, buena síntesis…
🤓👌
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Gracias, Álex!!
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concreta y acertada aclaración! Gracias Javier
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Muchas gracias a ti!!
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concreta y acertada aclaración! Gracias Javier
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Gracias. Me hace reflexionar en la paternidad. Muchos comenzamos siendo filantrópicos con nuestros vastagos. Nos preocupaba mucho que tuvieran lo necesario para subsistir. Pero conforme crecen, nos damos cuenta que lo que realmente necesitaban era algo mas invisible. Una especie de caridad cristiana que se manifiesta en la genuina formación del carácter, ya no tanto en darle activos para su goce.
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Muchas gracias por tu comentario ¡Buena analogía!
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