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~ Ser y vivir en clave de familia

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Publicaciones de la categoría: Espíritu

Purificar la memoria

07 domingo Feb 2021

Posted by javiervq in Crecimiento personal, Espíritu, Matrimonio

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‘Purificar la memoria’ es una feliz expresión de Jutta Burggraf y un proceso fundamental para ser feliz. Una mala memoria puede ser una buena aliada de la felicidad, sobre todo si olvida lo negativo, cosa que no es fácil porque los sucesos negativos suelen tener más impacto que los positivos.

La memoria es una facultad humana en ciertos aspectos incontrolable. Con entrenamiento se puede incrementar la capacidad de recordar, pero mas difícil es mejorar la capacidad de olvidar. ¡Qué útil sería poder borrar de la memoria selectivamente aquello que nos hace daño, nos entristece, nos deprime, nos irrita o nos sulfura! Si no recordáramos las ofensas, no haría falta perdonar, no experimentaríamos sed de venganza; si olvidáramos nuestros grandes defectos, impotencias y debilidades, si se esfumaran las humillaciones del pasado, evitaríamos muchas de las pequeñas o grandes depresiones que nos acechan cada día.

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Por qué creo

06 miércoles Ene 2021

Posted by javiervq in Crecimiento personal, Espíritu

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“Un día mágico para los niños” será una de las frases más repetidas hoy. Y, ciertamente, lo es. Pero a mí me ha dado por pensar en los mayores…, en mí. ¿Es un día mágico también para mí? Los Reyes Magos escenifican la manifestación de Dios a los hombres. Y me han inspirado una pregunta y un reto. La pregunta: ¿por qué creo? El reto: contestarme en un post.

Muchas veces, hablando de la fe con amigos y familiares, surge la tesis de que cada uno cree según el lugar en que ha nacido, la educación que ha recibido, las costumbres vividas, de modo que la fe, cuando se tiene, sería un efecto geográfico, biográfico o social. Y las conversiones o deserciones, una anomalía de espíritus particularmente libres que escaparían a la presión ambiental.

Claro que, según esta tesis, ninguna religión ni creencia debería haber tenido la fuerza de extenderse en territorios y culturas diferentes de las suyas propias. En fin, es un debate interesante en el que habría que analizar múltiples factores y huir de maximalismos.

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El milagro fue José

23 miércoles Dic 2020

Posted by javiervq in Crecimiento personal, Espíritu

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Como afirma el Papa Francisco en su reciente carta Patris Corde (Con corazón de padre), el milagro fue José.

Lejos de su casa, sin fortuna, sin su familia próxima, perseguido por Herodes… Si de verdad era su Hijo, si tenía que traer la verdad al mundo, ¿por qué Dios no intervino?

La respuesta del Papa es sencilla y exigente al mismo tiempo: porque estaba José.

En realidad, Dios sí intervino. Puso a José al lado de la Virgen. José, el hombre sencillo, el hombre que pasa desapercibido, que más que preguntas busca respuestas. Que no niega la realidad, sino que la acoge y se reconcilia con su historia. Y la reconstruye. Que hace de un establo un hogar, de un sueño una aventura, de un matrimonio una epopeya.

Sí, Dios ha estado presente este año 2020. Pero no a través de los influencers, ni de los grandes deportistas, ni de los famosos o los afortunados de este mundo. Ha puesto a José, el hombre sencillo, de nuevo a nuestro lado, transportando el alimento, cuidando a los enfermos, reponiendo los estantes, exponiendo su vida sin descanso.

Esta Navidad se parecerá un poco más a la primera. Habrá menos ruido. Y, aprovechando este ambiente quizás más recogido, Francisco pone ante nuestros ojos a José porque, dice, nadie se salva solo. Todos tenemos muy cerca un José que nos quiere y que tantas veces pasa desapercibido y no sabemos descubrir en el atropellado silencio de nuestras vidas.

Esta Navidad es el momento propicio para reconciliarnos con nuestra historia y volver a descubrir a los nuestros, a aquellos que están a nuestro lado y tantas veces ignoramos, para agradecer tanto, tanto…

Me gusta pensar que, en los tiempos recios del nacimiento de su Hijo, el verdadero descanso y seguridad de la Virgen era José. Cuando veía al Niño en sus brazos fuertes de trabajador incansable, entonces ella podía cerrar los ojos y dormir confiadamente.

¡Feliz Navidad!

Javier Vidal-Quadras Trías de Bes

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Javier Vq

Cuando morir es un derecho

18 viernes Dic 2020

Posted by javiervq in Espíritu, Familia y sociedad

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Su primer encuentro con la vida no fue precisamente fácil. Nació muy prematura y requirió constantes cuidados durante muchos meses. Su madre se convirtió casi en ella misma, lo dejó todo y lucharon juntas, minuto a minuto, por la vida. Su padre batalló también con ellas. “Tu padre fue el corcel en que tú yo cabalgábamos hacia la vida –le decía siempre su madre-. Tú has sido el mejor regalo de nuestras vidas, un don, un milagro… y todo, todo ha valido la pena por ti”.

Creció en un entorno de belleza y de respeto. Sus padres le transmitieron los valores propios de una buena ciudadana, una persona cabal. Las flores se cuidan, no se pisotean. Los animales merecen nuestro respeto. Hay que cuidar la naturaleza, que nos ha sido dada, como la vida, sin pedirla ni buscarla. Un buen ciudadano es respetuoso con las leyes, que aseguran la convivencia y la paz a la familia humana. La ley es honesta y mira por nuestro bien.

Pero, en plena juventud, su madre enfermó y ella tuvo que postergar planes y proyectos. Se dedicó a ella en cuerpo y alma… y alma.

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Homo deus?

11 viernes Sep 2020

Posted by javiervq in Espíritu, Familia y sociedad

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Este mes de agosto tenía que escribir un artículo sobre la familia y he dedicado parte del tiempo de lectura a releer algunos libros que me orientaran. Cómo no, uno de ellos ha sido una de las joyas sobre la ética educativa en la familia y fuera de ella: Ética del quehacer educativo, de Carlos Cardona.

Y, en esta grata tarea, topé con la enumeración de las que él llama “reducciones falsificadoras” de nuestra cultura. Una de ellas la enuncia así: “la eternidad como temporalidad ilimitada”. Y me llamó la atención.

Por aquellos enigmas de la mente, asocié este binomio (eternidad versus temporalidad ilimitada) con los best sellers Sapiens y Homo deus, de Yuval Noah Harari, una de cuyas tesis es que el ser humano está a punto de traspasar la frontera que le transformará en dios (con minúscula), es decir, en inmortal.

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La aceptación de sí mismo

20 sábado Jun 2020

Posted by javiervq in Crecimiento personal, Espíritu

≈ 3 comentarios

El lunes pasado, cuando llegué al despacho, Cristina, una buena amiga, compañera de trabajo y lectora incondicional de mi blog, me tiró de las orejas. “Oye, en el último post, mucho multimedia, pero no te lo curraste nada”, me dijo, o algo parecido. Y tenía razón. Me lo tomé un poco de descanso. Así que, para que no me eche la bronca este lunes, he decidido publicar uno hoy, a pesar de que me había propuesto una frecuencia quincenal.

Alguien podrá pensar: ¡qué poca personalidad tiene! A lo que yo podría contestar: rectificar es de sabios.

Precisamente, en el penúltimo post hablaba de la autenticidad y me ha venido a la cabeza un librito de Romano Guardini titulado “La aceptación de sí mismo”, donde el pensador italo-alemán analiza en pocas páginas y con su habitual perspicacia este tema tan interesante.

La primera verdad que destaca es incontestable: yo no elegí existir. Mi persona me ha sido dada y la tarea principal de mi existencia consiste en ser el que soy, el que me ha sido dado.

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Stabat Mater

03 viernes Abr 2020

Posted by javiervq in Espíritu

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Hoy estabas, Madre mía,
llorando junto a la Cruz,
y sola yo te veía
aquella tarde sin luz.
 
¿Por qué sufres, te decía,
si eres madre de Jesús?
¿Por qué pierden hoy la vida
tantos solos, como tú?
 
Tú me hablabas, yo no oía
lo que intentabas decir.
Mirabas…, yo no quería
ver a ese Cristo morir.
 
Y, cuando casi me iba
por no hallar consuelo en ti,
me pareció oír un “Fiat”
como un poderoso «sí».
 
Miré lo que tú veías
y encontré a tu Hijo en mí,
y vi como sonreías
a los que mueren así.

Javier Vidal-Quadras Trías de Bes

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¡Mirad cómo se aman!

13 viernes Mar 2020

Posted by javiervq in Espíritu, Familia y sociedad

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Hace menos de una semana anunciaba que iba a espaciar mis posts a una frecuencia quincenal, salvo que alguna circunstancia excepcional me impulsara a escribir. Y llegó el coronavirus. No voy a contribuir a la confusión reinante y me abstendré de hablar de un virus del que no sé nada, pero sí quiero hacerlo de una de sus derivaciones.

Una de las imágenes que me ha causado más tristeza estos días es la de los estantes vacíos de los supermercados. Comprendo que, en estas circunstancias, las desinformaciones y una discutible gestión de la crisis pueden generar miedos infundados, y admito que mi tristeza puede ser más emocional que racional, pero no he podido evitar que me viniera a la cabeza la expresión de Tertuliano que titula este post y que he contextualizado sin dificultad en internet:

“«Pero es precisamente esta eficacia del amor entre nosotros lo que nos atrae el odio de algunos, pues dicen: «Mirad cómo se aman», mientras ellos sólo se odian entre sí. «Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro», mientras que ellos están más bien dispuestos a matarse unos a otros”. Esta admiración ponía Tertuliano en boca de los paganos, asombrados ante el espíritu de los primeros cristianos.

Otro escritor de los primeros tiempos de la era cristiana, Arístides de Atenas, lo expresaba así: “el que posee da, sin esperar nada a cambio, al que no posee. Cuando ven forasteros, los hacen entrar en casa y se gozan de ello, reconociendo en ellos verdaderos hermanos”.

Y, de pronto, con la mirada utópica que a veces me caracteriza, me he imaginado a los ciudadanos o, por lo menos, a los cristianos del siglo XXI pensando: “no iré al supermercado a arrasar con los bienes para acumularlos para mí y mi familia porque otros pueden necesitarlos y no encontrarlos cuando acudan a comprarlos”.

Es un síntoma, pequeño, sí, pero síntoma, del gran virus que nos amenaza y que esta situación inesperada quizás nos ayude a prevenir en el futuro: el individualismo. Yo procuro por mí y por los míos…, los otros, que se apañen. Eso sí, si me sobra, una vez me haya asegurado de que ni yo ni los míos vamos a sufrir privación alguna, entonces compartiré con los demás.

No hablo de los demás. Hablo de mí mismo. Así pensaba intuitivamente cuando me mandaron la primera foto de un supermercado arrasado: “¡he de apresurarme!”. Pero, de pronto, un hálito de tristeza me invadió y me trajo a la memoria la frase de Tertuliano.

Y pensé…, si hubiera un cataclismo, una persecución, una pandemia realmente mortífera, ¿me gustaría ‘sobrevivir’ a costa de ‘vivir sobre’ los demás o preferiría, como los primeros cristianos, ‘morir por el otro’? Y este pensamiento ha vuelto a poner ante mis ojos lo exigente que es ser cristiano cuando la fe pone en juego la vida.

Lo de los estantes arrasados no deja de ser anecdótico, y estoy convencido de que esta situación difícil que nos va a tocar vivir va a sacar lo mejor de nosotros porque, sea cual sea nuestra filosofía de vida, el espíritu de los primeros cristianos está mucho más arraigado en el ser humano de lo que a veces puede percibirse en una primera y tantas veces irreflexiva reacción.

Para que nadie me sobrestime, confieso que al llegar a casa y ver que teníamos vino suficiente para pasar una breve cuarentena, me he quedado tranquilo.

Javier Vidal-Quadras Trías de Bes

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Vocación y misión

10 viernes Ene 2020

Posted by javiervq in Crecimiento personal, Espíritu, Familia y sociedad

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Hoy me ha salido un post largo y pido disculpas. Debe de ser el año nuevo.

He comentado en posts anteriores que mi hermano pequeño es monje mendicante. Esta Navidad envió una carta preciosa a toda la familia que no he podido leer hasta hoy. Mi hermano está íntimamente metido en Dios y es muy consciente de su vocación y de su misión. Son cosas distintas.

La carta es una auténtica homilía (además de monje, es sacerdote) en la que mi hermano, como siempre hace, habla con la libertad de un alma enamorada (de Cristo, se entiende), y me ha traído recuerdos a la memoria.

Cuando tenía ocho o nueve años, yo quería ser misionero. Leía entonces una revista que nos repartían las monjas de mi colegio y que, si no recuerdo mal, se llamaba Aguiluchos, donde se explicaban las andanzas de mi santo patrón, San Francisco Javier, y yo me identificaba mucho con él. En aquellos años estaba seguro de que Dios había pensado en mí para una misión especial.

Después, entré en la adolescencia, creo que hasta los 30 años más o menos, y una nube negra devoró cualquier pensamiento sobre vocaciones y misiones infantiles. A los 22 años me casé y asumí como por inercia mi rol de esposo, profesional y, después, padre. Nada nuevo bajo el sol.

De pronto, sin saber cómo ni porqué, volví a experimentar la misma sensación de ser llamado a algo…, a algo más. Lo de misionero quedaba ya lejos, y me puse a buscar. La búsqueda, con altos y bajos, duró varios años. Nada me convencía hasta que di con algo que me pareció nuevo y que coincidía exactamente con lo que yo, sin saberlo, quería.

Todo lo que había encontrado en mi intento de responder a esa llamada se centraba demasiado en la capilla, en el altar, en la parroquia. No tengo nada contra ellas, claro, pero veía que me iba a resultar muy difícil pasar allí muchas horas. No me veía, la verdad.

En cambio, lo que iba leyendo de esa espiritualidad (que ya había conocido antes sin hacerle caso alguno) conducía a una conclusión que para mí fue una auténtica revolución: tu esposa, tus hijos, tu trabajo, tu deporte, tu vida social, tu diversión, tus cervezas, tus aficiones, tus dificultades, tus bienes, todo lo que haces y tienes, en lugar de ser una rémora para tu crecimiento espiritual, son el camino para lograrlo. No hace falta que te recluyas en la capilla para ser santo… o intentarlo, claro.

Me pareció espectacular entonces y me lo sigue pareciendo ahora. De hecho, hoy mismo me invitan continuamente a muchas actividades buenas que consisten en “retirarse”, digámoslo así, a la capilla, huir del mundo, adorar. Y bienvenidas sean, que buena falta hacen, pero a mí lo que me atrajo del Opus Dei fue, junto a eso, poder rezar bañando a un hijo, comiendo en un parque, pedaleando en la bicicleta, escribiendo una demanda, soportando el desplante de un cliente o intentando aislarse en el salón de casa con la tele encendida y siete pantallas destelleando, entre otras cosas.

Recuerdo que un familiar muy próximo y algo alejado de la Iglesia me dijo un día, después de conocer a un miembro de la Obra un tanto excéntrico: “Este tipo es la prueba de que en el Opus Dei cabe todo el mundo”. Y este fue otro elemento que me atrajo. Cada cual en su circunstancia puede recorrer su propio camino de vida interior.

Y eso que yo no soy ningún ejemplo. Una de las grandes paradojas de mi vida es que pocas veces me reconocen como lo que soy y quiero ser. Durante toda mi vida he oído: “pues tú no pareces del Opus”, que es justamente lo que me gustaría parecer. Aunque eso me pasa en otros órdenes de la vida. Me han dicho también muchas veces que no parezco abogado, y más todavía que no parezco catalán. Aunque el mejor piropo me lo lanzó una buena amiga mía y moderadora del Fert cuando me dijo: “tú, Javier, aunque eres varón, tienes alma de mujer”. En el fondo, estoy encantado de no responder a estereotipos, que en gran parte proceden de la ignorancia.

En fin, esta desnudez biográfica del post de hoy viene a cuento de la carta de mi hermano monje (iba a decir santo, que es lo que me sale cuando pienso en él). A lo mejor también de la copa de bourbon que me estoy tomando, quién sabe.

A lo que iba, mi hermano, además de vocación, tiene misión. Su misión consiste, como él mismo explica en la carta, en mostrar el rostro de Cristo a los pobres y abandonados. Y es cierto. Puede parecer petulante, pero decir otra cosa sería falsa humildad porque, en efecto, en su rostro se descubre a Cristo, y casi no hace falta ni que hable. Por eso, porque tiene clara su misión, no puede ni quiere dedicarse a otra cosa. No puede distraer la atención. Una hija mía le pidió si le podía casar y él declinó amablemente. A mí me encantó que lo hiciera porque casar sobrinas no es su misión. De hecho, ahora está en Kansas llevando la luz de ese Cristo que su rostro refleja a presos y a familias destrozadas.

Salvando las distancias -que, como se colige, son muchas-, a mí me pasa algo parecido. Una vez descubierta mi vocación, sin yo buscarla, más bien resistiéndome, di con mi misión, y no quiero distraerme. Mi misión es la familia: la mía y la de toda la humanidad. La vida me ha llevado a ella y yo quiero servirla. Gracias a Dios, esta misión la comparto con muchos.

Por eso, porque tengo vocación y tengo misión, cuando me invitan a otras actividades e iniciativas de vida interior, de apostolado, de influencia social o de lo que sea, todas ellas muy buenas, declino amablemente, aunque muchas veces no me entiendan, porque no es mi camino y no quiero dispersar energías (¡mi gran tentación!). Lo tengo claro.

¡Qué bueno es tener una vocación… y una misión (o varias, que hay quien tiene mucha capacidad) en esta vida!

Javier Vidal-Quadras Trías de Bes

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El sueño de José

22 domingo Dic 2019

Posted by javiervq in Espíritu

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Tenían su cuento escrito. Ella, la más guapa de la comunidad, reunía todas las gracias. No había otra igual. Por razones que ella misma ignoraba, destacaba por encima de todas. Él, de estirpe real, joven, fuerte y humilde. Un artesano trabajador e íntegro.

Se habían conocido en un pequeño pueblo de Galilea, estaban prometidos y soñaban con una vida tranquila. Hijos, trabajo, familia, amigos… Lo propio de su tiempo y lugar.

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