Como afirma el Papa Francisco en su reciente carta Patris Corde (Con corazón de padre), el milagro fue José.

Lejos de su casa, sin fortuna, sin su familia próxima, perseguido por Herodes… Si de verdad era su Hijo, si tenía que traer la verdad al mundo, ¿por qué Dios no intervino?

La respuesta del Papa es sencilla y exigente al mismo tiempo: porque estaba José.

En realidad, Dios sí intervino. Puso a José al lado de la Virgen. José, el hombre sencillo, el hombre que pasa desapercibido, que más que preguntas busca respuestas. Que no niega la realidad, sino que la acoge y se reconcilia con su historia. Y la reconstruye. Que hace de un establo un hogar, de un sueño una aventura, de un matrimonio una epopeya.

Sí, Dios ha estado presente este año 2020. Pero no a través de los influencers, ni de los grandes deportistas, ni de los famosos o los afortunados de este mundo. Ha puesto a José, el hombre sencillo, de nuevo a nuestro lado, transportando el alimento, cuidando a los enfermos, reponiendo los estantes, exponiendo su vida sin descanso.

Esta Navidad se parecerá un poco más a la primera. Habrá menos ruido. Y, aprovechando este ambiente quizás más recogido, Francisco pone ante nuestros ojos a José porque, dice, nadie se salva solo. Todos tenemos muy cerca un José que nos quiere y que tantas veces pasa desapercibido y no sabemos descubrir en el atropellado silencio de nuestras vidas.

Esta Navidad es el momento propicio para reconciliarnos con nuestra historia y volver a descubrir a los nuestros, a aquellos que están a nuestro lado y tantas veces ignoramos, para agradecer tanto, tanto…

Me gusta pensar que, en los tiempos recios del nacimiento de su Hijo, el verdadero descanso y seguridad de la Virgen era José. Cuando veía al Niño en sus brazos fuertes de trabajador incansable, entonces ella podía cerrar los ojos y dormir confiadamente.

¡Feliz Navidad!

Javier Vidal-Quadras Trías de Bes

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