Hoy estabas, Madre mía,
llorando junto a la Cruz,
y sola yo te veía
aquella tarde sin luz.
 
¿Por qué sufres, te decía,
si eres madre de Jesús?
¿Por qué pierden hoy la vida
tantos solos, como tú?
 
Tú me hablabas, yo no oía
lo que intentabas decir.
Mirabas…, yo no quería
ver a ese Cristo morir.
 
Y, cuando casi me iba
por no hallar consuelo en ti,
me pareció oír un “Fiat”
como un poderoso «sí».
 
Miré lo que tú veías
y encontré a tu Hijo en mí,
y vi como sonreías
a los que mueren así.

Javier Vidal-Quadras Trías de Bes

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