Vinimos de lejos
siguiendo una estrella
y en Jerusalén
perdimos su estela.
Ni sabios ni reyes
vieron la centella,
pero un pastorcillo,
cargando una oveja,
“seguidme -nos dijo-,
que está en una cueva:
¡El rey es un niño,
su madre, doncella!
¡Venid y veréis
qué guapa está Ella!”
Seguimos al mozo
con mucha cautela:
¿qué clase de rey
nace en una cueva?
Entramos y vimos,
con grande sorpresa,
¡Que el Niño era Dios!
Su Madre… ¡tan bella!
¡Pues, eso, muy feliz y santa Navidad a todos!
Javier Vidal-Quadras Trías de Bes