Vacaciones viene del verbo ‘vacar’, que no consiste en hacer la vaca, sino en “cesar por algún tiempo en los habituales negocios, estudios o trabajo”. Sin embargo, lo más frecuente es que se confunda con un verbo muy similar, ‘vagar’, cuya acepción más extendida es “estar ocioso”.
Lo curioso es que el primer verbo, vacar, se completa con una acepción mucho más interesante: “dedicarse o entregarse enteramente a un ejercicio determinado”. ¡Eso son las vacaciones! No el ‘dolce far niente’, cuya dulzura dura apenas el tiempo, breve, que cada uno tarda en transformarse en una ameba humana, sino el cambiar de actividad para dedicarse (‘enteramente’, dice el diccionario) a otra u otras diferentes. De lo contrario, uno acaba diseñando unas ‘vagaciones’ en lugar de unas ‘vacaciones’, y, entonces, el riesgo de acabar pastando como una vaca empieza a ser muy real.
Un efecto extraño que producen las vacaciones en algunos que solo saben conjugar el verbo vagar (y no conocen el verbo vacar) es que solo se acuerdan de sí mismos, de sus intereses y ‘necesidades’. Y, claro, cuando uno se centra en sí mismo, además de acabar aburriéndose como una ostra (o como un adolescente, que suele ser el egocentrado por excelencia), llega incluso a olvidarse de verdades esenciales. Por ejemplo, que está casado, que su mujer también tiene intención de descansar en vacaciones, que tiene hijos, que el tiempo sigue siendo limitado, etc., etc., etc. Por este camino se acaban preparando unas egocaciones, que consisten, básicamente, en preparar ‘mi’ golf, ‘mi pádel’, ‘mis’ salidas en moto, ‘mis’ lecturas, ‘mis’ cervezas, ‘mis’ siestas… y olvidarse de todo y de todos los demás.
Otro peligro de las vacaciones es el dominio de la imaginación sobre la razón, que afecta más a los varones que a las mujeres.
Por ejemplo: un amigo que tiene un precioso yate nos invita a navegar el próximo sábado
El marido, que es a quien se transmite la invitación, imagina: “A ver…, estamos de vacaciones, anuncian buen tiempo para el sábado, a mi mujer y a mí nos encanta navegar, hace tiempo que no vemos a estos amigos. ¡Genial!” Y acepta sobre la marcha la invitación, encantado de la vida.
Cuando llega a casa, su mujer no imagina, piensa: “Tenemos un bebé de seis meses con otitis, este sábado Juan tiene una fiesta de cumpleaños, hemos dicho a mis suegros que vengan a casa a comer y María se va a la hípica con sus amigas… -Les has dicho que no podemos, ¿verdad, cariño?”
Como algunos estamos ya vacando, termino ya. Tres ideas sencillas para las vacaciones: (i) descansar cambiando de actividad, no cayendo en la inactividad; (ii) acordarse de que los que nos rodean también quieren descansar y les gustaría escoger su propia actividad y (iii) si has decidido imaginar en lugar de pensar, entonces no puedes tomar decisiones (has de consultar antes).
Felices vacaciones.
Pues que comparto la idea, dedicarse a otras actividades y los demás también cuentan. Deben contar
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Gracias, Susi, por el comentario! Aunque a veces cueste verlo, en la felicidad de los otros está la nuestra.
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Aterrizado de casualidad en su blog, me encuentro con este sugerente y acertado comentario sobre vacar y vagar… como ocasional «ameba humana» en más mares de las deseados, reconozco que, comparado con vacar, vagar es muuuuy aburrido y no sale a cuenta, sobre todo si hay una razón adecuada sobre la que vacar enteramente. Gracias
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Muchas gracias por su comentario. El que no haya vagado como ameba que tire la primera piedra. Tendremos que buscar razones altas para vacar!!
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