Después de haber repasado en los últimos posts los principales pensamientos automáticos: visión restringida (La penúltima calle), personalización (El ombligo del mundo), adivinación de pensamiento (¡Ah, era eso!), sobregeneralización (Nunca es tarde), pensamiento polarizado (In medio virtus) y atribuciones negativas (Cuando vuelan los cuchillos), procede ahora hacer una síntesis conclusiva y ofrecer algunas pautas para gestionarlos adecuadamente. Lo intentaré hacer con un ejemplo.
La puntualidad es una gran virtud que pone en juego muchas otras. Caridad: supone pensar en los demás y darles preferencia sobre uno mismo. Templanza: requiere autodominio para dejar hacer lo que se estaba haciendo. Fortaleza: implica tener paciencia con los demás. Prudencia: aconseja escoger los medios adecuados para ser fiel al compromiso horario, etc.
Sin embargo, como toda virtud, puede degradarse en una manía que arrastra al orgullo y a la vanidad, a la crítica acerba o a la dureza de corazón.
No es extraño que las personas muy puntuales sean duras en sus juicios con las que no lo son, pierdan los nervios y magnifiquen la gravedad de la impuntualidad. Muchas veces, todo esto es producto de deformaciones congitivas.
Por ejemplo, te molesta mucho llegar tarde, has tenido un día de perros y has hecho un gran esfuerzo para salir del trabajo y llegar puntualmente a la celebración que tenéis en casa de tus padres. Pasas a recoger a tu mujer y, mientras esperas en el coche a que baje, te vas poniendo nervioso. Encima, tus hermanos tienen a gala ser puntuales y siempre sueltan indirectas y bromitas a quien llega tarde. Tu mujer, que sabe lo que te importa ser puntual, a pesar de que el secador de pelo se ha estropeado y ha tenido que pelearse con todos vuestros hijos (que, como es sabido, para tu mujer en estos momentos son ‘tus’ hijos), baja solo quince minutos tarde. Una proeza para ella en esas circunstancias adversas. Entretanto, le has llamado tres veces al móvil, que no ha contestado porque lo tenía un hijo tuyo y ha rechazado la llamada para no interrumpir el juego.
¿Cómo gestionar el raudal de pensamientos automáticos que se van acumulando en tu cabeza?
Propuesta: aparte del ‘oomm’ y de la respiración acompasada que aconsejan los gurús del yoga, puedes también proceder así:
a) Identificar la reacción emocional. ¿Qué sensación experimento? ¿Enfado? ¿Rabia? ¿Impotencia? ¿Nerviosismo?
b) Relacionarla con el suceso. ¿Qué hecho me provoca esa sensación, esa emoción? ¿Es realmente que voy a llegar tarde? ¿Es esperar en un sitio en que no se puede aparcar? ¿Son las bromitas de mis hermanos? ¿Es el trabajo que he dejado por hacer y que me espera a la vuelta?
c) Relacionar la emoción con el hecho que la provoca (es decir, el significado que anudamos a ese hecho) y cuestionar el pensamiento automático (¿por qué ese hecho me provoca esa emoción?). Por ejemplo, si lo que te molesta son las bromitas de tus hermanos, entonces no es un problema de puntualidad, sino de orgullo. Si lo que te enfada es perder tu fama de puntual, entonces es un problema de vanidad, no de caridad con los demás. Si es el trabajo pendiente el que te genera agobio, entonces el problema es la celebración de tus padres o el cliente inoprtuno y no la hora a la que llegues a la cita familiar.
d) Emplear respuestas racionales. ¿Vale la pena estar así por llegar quince minutos tarde a una casa? ¿Es tan grave? ¿Vale más la opinión de mis hermanos que el amor y comprensión hacia mi mujer? ¿Qué es lo peor que puede pasar si llego tarde? ¿Puede ser que haya atenido problemas en casa o con los niños antes de salir?
Si nos empeñamos, sin prisa pero sin pausa, en descubrir estos significados simbólicos (no reales) que desvirtúan la realidad provocando en nosotros reacciones impropias para la situación a que nos enfrentamos y que nuestro interlocutor no puede comprender porque no está dentro de nuestra mente, mejoraremos, sin duda, la calidad de nuestra comunicación matrimonial.
Todas son ideas que he tomado de Aaron Beck. Aunque la conclusión la puedo sacar yo solito sin mucha dificultad: casi siempre el problema eres tú, que te tomas demasiado en serio. Ahora que estamos en período vacacional (por lo menos en mis lares), es un buen momento para reírse un poco de uno mismo, de nuestras manías y errores, no vayamos a pensar que somos alguien que merece algo.
Feliz fin de semana.
Javier Vidal-Quadras Trías de Bes
👏👏👏 Un abrazo Gustavo
Inviato da iPhone
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Siempre ameno y siempre interesante. Muchas gracias, Javier.
Felices vacaciones! Sin prisas!
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Gracias a ti, José, y felices vacaciones!!
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Muchas gracias por abrir una vision que me hace avanzar a ser mejor
Voy a intentar cada vez que me vaya a enfurruñar ver que hay detrás 🙏
Felices vacaciones!😘
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Muchas gracias a ti, Anna, por tu comentario! Felices vacaciones!!
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