Esta semana han coincidido tres eventos sin aparente conexión: en el Congreso se ha aprobado la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, un Conseller iluminado ha dicho que en el siglo XXI no se puede financiar la educación diferenciada y hemos dado la primera papilla a mi primer nieto.
Empezaré por lo más importante. Las primeras cucharadas parecían disgustarle un poco, pero, a fuerza de insistir, ha ido cogiendo el sabor y ha tomado bastante. Su madre confía que en las próximas tomas vaya aceptando la fruta porque, aunque él no lo sabe, es lo que le conviene.
Lo mismo parece opinar el Conseller. Hay que comprender que los millones de padres que en el mundo occidental han optado por un modelo educativo que no le gusta a él ni a sus compañeros de gobierno no saben lo que les conviene y, aunque estas primeras cucharadas les cuesten, como les va a dejar sin dinero público, ya irán aprendiendo a degustar la papilla que les tiene preparada. Los que van justos de dinero, claro, porque lo que se va a cargar no es la educación diferenciada, sino el espectacular sistema de becas que tienen los colegios que pretende dejar de financiar. Los ricos seguirán mandando a sus hijos sin problema al colegio que les dé la gana. Al final, el Conseller no hace sino prolongar una triste máxima histórica: solo los ricos son libres.
Lo más contradictorio es la otra noticia. Esta noche nos han dejado a nuestro nieto, que aún se rebela con la papilla, y yo, no sabiendo qué hacer para entretenerle, he intentado explicarle la importancia del respeto a la mujer. Como sus padres, antes de que hablara el Conseller, con gran esfuerzo económico, pensaban enviarle a uno de los colegios que no gustan a nuestros gobernantes, quería aprovechar para que su todavía débil memoria recibiera algún impacto de esta especie en extinción.
El Congreso español aprueba una ley que, dejando al margen la vocación adoctrinante que tienen algunos de sus pasajes (no en vano son socios los gobernantes de aquí y de allá), insiste en el respeto a la mujer.
Mi mujer, mis hermanos, buena parte de mis cuñados, algunos de mis grandes amigos, mis hijos e hijas, yo mismo y, con el permiso del Conseller, mi nieto (y sus padres) hemos estudiado en uno de estos colegios. Y, créanme, conozco muy pocas comunidades con mayor respeto y conocimiento mutuo entre los sexos que mi familia y amigos.
De hecho, lo que la nueva ley quiere imponer a todos los españoles (¡qué manía tienen nuestros gobernantes en querer darnos su papilla!), a mí me lo enseñaron desde muy pequeño en uno de estos colegios. Una y otra vez nos insistían en el respeto a la mujer, en que hay que guardar la vista y no mirar descarada y lascivamente a una mujer, porque no es un objeto de placer sino una persona que merece respeto y afecto y no debe ser instrumentalizada para el propio disfrute.
Y, a medida que nuestra capacidad de intelección progresaba, nos explicaban con mucha delicadeza que el no es no y el sí es sí. De hecho, aunque nuestros gobernantes no lo saben, es una cita de Jesucristo tomada del Evangelio de San Mateo (A vosotros os basta decir «sí» o «no». Lo que pasa de ahí viene del maligno). Aún más, en línea con la ley, aprendimos que el consentimiento de la mujer es sagrado (igual que el del varón) y que no se puede forzar un ápice. Al contrario, es conveniente, como se deduce de la ley, respetarse mutuamente y esperar a que haya un consentimiento pleno antes de entregar lo más íntimo que tenemos en el cuerpo. Y no solo eso, sino que a ese consentimiento le daban tanta importancia que algunos incluso lo hemos elevado a la categoría de sacramento, que es una manera de decir te quiero para siempre y pase lo que pase, pero con más fuerza todavía.
En fin, una semana paradójica. Por un lado, cogen una rabieta y nos tratan como a niños retirándonos una parcela importante de libertad (solo a los pobres, recuerdo) y, por otro, nos imponen por ley lo que ya nos enseñaban en esa parcela de libertad que nos quieren arrebatar.
Por eso, entenderéis que me vaya a jugar con mi nieto, en quien encuentro más coherencia y respeto que en muchos adultos.
Buen fin de semana.
Javier Vidal-Quadras Trías de Bes
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Oléeeee👏👏👏👏👏👏👏👏
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Gracias, Mar!! La inspiración…
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Una vez más gracias Javier Un abrazo Gustavo
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Gracias a ti, Gustavo!
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Nunca mejor dicho, bravo, bravo, bravo.
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Muchas gracias, Mireya!!
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Delicat, sublim i demolidor, com sempre. Gràcies, Javier!
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Moltes graciès a tu, Quim!!
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Me ha gustado mucho tu enfoque. Sobre todo por lo bien que se entiende.Mis felicitaciones
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Muchas gracias, Araceli!
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Más claro, imposible. Enhorabuena por su artículo! Excelente reflexión, la cual comparto 100%.
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Muchas gracias por el comentario!
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Estimado Javier.
Ante las últimas noticias en Asturias, recordé un artículo que escribiste hace tiempo (sobre el que hago el comentario), dado que el enfoque de darnos la «papilla» me parece muy acertado.
Por una parte, desde la Administración se quiere imponer el Bable como lengua oficial (https://www.eldebate.com/cultura/20230201/presidente-asturias-marca-oficialidad-bable-defensa-eonaviego-como-objetivo_90205.html) y por otro el anuncio de dejar sin concierto los centros con educación diferenciada, que son el modelo elegido para nuestros hijos (https://www.elcomercio.es/asturias/asturias-educacion-conciertos-colegios-segreguen-sexos-robles-penamayor-20230210102744-nt.html).
Y he aquí que nos encontramos que en menos de 2 años, nuestros 3 hijos van a estar con clases mixtas y con Bable como lengua oficial.
Menos libres, más rebaño y nadie alza la voz.
Un abrazo, Antonio
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Muy de acuerdo, Antonio.! Gracias por tu comentario.
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