Desde una perspectiva estrictamente química, un ser humano que pesara 70 kilos estaría compuesto de los siguientes elementos:
45,5 kg de oxígeno (65%)
12,6 kg de carbono (18 %)
7kg de hidrógeno (10%)
2,2 kg de nitrógeno (3.14%)
1,05 kg de calcio (1.5%)
770 g de fósforo (1.1%)
245 g de potasio (0.35%)
175 g de azufre (0.25%)
105 g de sodio (0.15%)
100 g de cloro (0.14%)
3 g de hierro (0.004%)
3,5 g de magnesio (0.005%)
2 g de zinc (0.0028%)
0,2 g de manganeso (0.00028%)
0,15 g de cobre (0.0002%)
0,03 g de yodo (0.000004%)
Y pequeñas trazas de:
Boro
Bromo
Cromo
Cobalto
Flúor
Hierro
Manganeso
Molibdeno
Níquel
Selenio
Silicio
Vanadio
Francamente desilusionante. Todo materia, todo caduco. Se comprende que quienes tienen esta visión del ser humano encuentren dificultades insalvables para prometer amor para siempre. No es fácil localizar en esta composición el lugar en que la persona amada puede albergar nuestra promesa de amor. Menos aún dar con el núcleo de su correspondencia: ¿me amará con el oxígeno?, ¿cuánto azufre pondrá en nuestra relación?, ¿brillará su amor como el fósforo o el nitrógeno lo hará explosivo?
Gabriel Marcel, un pensador agnóstico del siglo XX convertido al catolicismo, sostenía que el amor sobrevive a la muerte incluso en el nivel de la experiencia humana. Su mujer falleció tempranamente y él la siguió amando, pero no se conformó con amar a una tabla de elementos químicos ya transformada en humus.
A mí me sucede lo mismo: no puedo amar a una mera composición química. Si el amor existe y no es un absurdo, la persona amada ha de ser algo más que una masa de barro sofisticadamente organizada. ¿Puede un conjunto de elementos materiales asumir compromisos y fidelidades? ¿Qué significa ese amor para siempre que me prometió un día?
En el fondo, la gran diferencia entre una masa de arcilla y yo es que yo sé que el barro es barro y él no lo sabe. Es más, si yo sé que soy solo barro -un conjunto de materiales, vamos-, ya no puedo ser solo eso, porque, si realmente lo fuera, no lo sabría.
Es absurdo pensar en dos masas de arcilla haciendo promesas. Ahora bien, como el amor no es absurdo y existe y lo palpamos a diario, los amantes han de ser algo más que barro.
Gabriel Marcel se supo inmortal cuando descubrió el amor. Y lo expresó con un pensamiento bellísimo: “sabes que has amado a una persona cuando has visto en ella algo que es demasiado precioso para morir”.
Dios es amor, puro amor, y por eso es eterno. Nosotros hemos sido creados desde el amor, por el amor y para el amor. Por eso somos inmortales. Moriremos como barro y renaceremos como amor. Si fuéramos mortales, no podríamos amar, porque el amor, para serlo de verdad, necesita saber que no tiene fin.
Yo seguiré amando a mi mujer para siempre y con todas mis fuerzas. !El amor nos hace inmortales!
Javier Vidal-Quadras Trias de Bes
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Más claro imposible.😄
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😉
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Gran texto Javier, y la frase de Gabriel Marcel maravillosa!!!
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Gracias, Dioni!!
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