Por una circunstancia personal que no viene al caso, en estas últimas horas del año me ha dado por pensar en aquellas personas que, por motivos diversos, se ven forzadas a celebrar o simplemente a vivir el cambio de año ellas solas, sin la compañía de otros.
Es cierto que la alegría, como todos los bienes espirituales, se intensifica cuanta más gente participa de ella, y que los bailes, los abrazos, los besos y las palabras que transmiten buenos deseos ayudan a alegrar el espíritu.
También lo es que, siendo el ser humano cuerpo y alma, la manera característica que tiene de expresar la alegría y el amor son los gestos que regalamos y acogemos con los sentidos.
Pero no es menos cierto que el alma humana es capaz de trascender al cuerpo y encontrar cauces de expresión que el cuerpo ignora. Es más, me atrevería a decir que, sin esos cauces, el cuerpo humano no lograría elevarse a la dignidad que le corresponde por su unión con el alma, y la alegría correría el riesgo de quedarse en el mero alborozo del animal satisfecho.
¿Puede haber tanta alegría en el silencio como en la algarabía? ¿Puede haber el mismo amor en un abrazo que en un guiño o en un simple recuerdo? ¿Puede existir la misma ternura en la cercanía física que en la unión espiritual?
Los primeros cristianos se llamaban santos a sí mismos porque intentaban serlo, y acuñaron una expresión que después se elevó a dogma: la comunión de los santos. Consistía, consiste, en unir a través de la oración y de las intenciones a todos los cristianos que existen (los de aquí abajo y también los que están en el Cielo) con una unión más fuerte que cualquier gesto físico de amor. Yo creo que, a poco que lo pensemos, todos podemos recordar momentos de especial unión espiritual con otras personas que estaban lejos.
Esta comunión ha permitido, por ejemplo, nombrar patrona de las misiones a una monja que no salió de su convento, porque ella misma tenía la convicción de estar en el corazón de Dios, bombeando la corriente sanguínea que necesitaban los misioneros, sacerdotes, catequistas, mártires, apóstoles, etc, quienes ni siquiera sabían de su existencia.
Así veo yo la entrada en el año nuevo de aquellos que, por las razones que sean, no pueden celebrarlo en comunidad, pero viven en la alegría profunda de quien desea lo mejor para todos aquellos a quienes ama: como una comunión, una común unión de los espíritus que, al cabo, acaba siempre por hacer sentir al cuerpo un abrazo especialmente intenso y muy, muy humano.
¡Feliz 2022 a todos, los de cerca y los de lejos, los de arriba y los de abajo!
Javier Vidal-Quadras Trías de Bes
Feliz Año Nuevo 2022!!
Vivir las fechas señaladas en soledad, puede parecer doloroso y en cierto modo lo es, pero cuando Cristo te llena el alma, tus prioridades no son sentirte solo o minúsculo, sino todo lo contrario, vives ese momento sin centrarte en el entorno, sino viendo y sintiendo la magnitud interior.
Dios nos dio la capacidad de ser felices, la cuestión es saber serlo.
Un abrazo infinito,
Eli
Me gustaMe gusta
Muchas gracias por estas bellas palabras, Eli!
Me gustaMe gusta
Feliz 2022🙏🙏🎉
Inviato da iPhone
>
Me gustaMe gusta
Muchas gracias, Gustavo!
Me gustaMe gusta